martes, 12 de agosto de 2008

Francisco Jiménez, 'Currini': reflexión y memoria jimenata

"He tenido que cantar muchas veces el Cara al Sol obligado"


Entrevistar a Currini ha sido fácil, él es un gran conversador y con esa memoria tan envidiable que tiene, cualquier pregunta es contestada con rapidez y precisión, escueta pero contundentemente. Será por eso que cuando en TJD decidimos iniciar este apartado de entrevistas, fue en Francisco en uno de los primeros en quien pensamos. Como se puede comprobar por el texto que sigue, Curro es una persona afable, optimista, que siempre cuenta el lado bueno de las historias y los recuerdos, que tiene las cosas claras y que (esto es ya una sensación personal mía) ha evolucionado con los tiempos, con una gran capacidad de adaptación al medio digna de la especie a la que pertenece, esto es: un hombre, un buen hombre.


TJD: ¿Quién es ‘Currini’?
FJ: Me llamo Francisco Jiménez Jiménez. Nací en 1946 en la calle Santa Ana, número 11, frente al Mirrero. Mis padres se llamaban Sebastián y Francisca. Por parte de padre soy Orellana y por parte de madre Estiraza. Somos cinco hermanos, yo soy el más pequeño de todos. Aparte de mí, están Sebastián, José, Juana e Isabel.

TJD: ¿Qué recuerdas de aquella calle Santa Ana de conociste de chico?
FJ:Era distinta a como es hoy. Si coges una foto verás que tenía un desnivel muy grande si miras desde el Paseo Cristina hasta el fondo. La parte izquierda era una pendiente enorme, con bancales con hierbas. En la parte de abajo era donde pasaban los que iban vendiendo la fruta, el pescado, etc. Las casas estaban todas hundidas.
Pero para nosotros los niños, el ambiente de la calle era el mejor de Jimena, al menos para mí. Nos juntábamos un montón, mi primo Antonio, los Giles, los de Pepe Moreno,...
Había una chatarrería que nos llamaba mucho la atención porque iban a vender cosas y siempre estábamos allí entre los cacharros. El dueño era mi tío Frasquito Orellana y estaba donde luego se puso el bar del Mirrero.
La carpintería de Felalo ya estaba allí. Le decíamos “Felalo el del Pato” porque un día yo iba con niños mayores por detrás de la calle Santa Ana con la maleta de la escuela de don Román. En estas que le tiraron piedras a la mula de Isidora en una 'mataúra' y esta salió corriendo, llevándose por delante al pato de Felalo. Al ver el estropicio, todos salieron corriendo y a mí, como era el más chico, me echaron las culpas. Felalo se presentó en mi casa con el pato muerto diciendo “¡Mi pato!, yo quiero uno como este”. No quería el dinero, sino un pato nuevo. Me pegaron dos tres cogotazos sin culpa por eso.
Los niños de entonces éramos Pepe Ramilla, Canito, mi primo Antonio Plata, ...

TJD:Después tu familia se fue a vivir a las cuatro esquinas, ¿no?
FJ:Sí. Yo estuve en la calle Santa Ana hasta los 5-6 años, después nos mudamos, pero siempre que podía me volvía a la chatarrería o en la zapatería de mi tío Fajardo. Cuando me fui a la calle Sevilla, a las cuatro esquinas, frente al bar España, en la embarrá, tardé dos días en aprender a irme a la calle Santa Ana por el Callejón Techado.
La calle se llamaba Héroes de Toledo. Vivíamos en el número 7.
A ese callejón le llamaban de 'la tronereta' por un caño que salía por ahí. Allí estaba el matadero municipal y encima el bar de Antonio Pajares (hoy Crédito Castilla).



TJD:Por entonces aquella parte debía de estar animada con la Plaza de Abastos.
FJ: La plaza de abastos estaba en lo que hoy es el Mirador, donde también estaba el bar de Herrera. Aquella plaza de abastos tenía las puertas grandes. Entrabas y a mano izquierda estaba un cuarto y la tienda del Toto, que luego se la llevaron más arriba las sobrinas Guillermina y María. La madre de esta gente hacía los churros.

TJD:Este año serás el pregonero de la Feria de Agosto pero en tu infancia en Jimena había otros festejos además de las ferias de Mayo y Agosto, ¿no?
FJ: Además de las ferias que tenemos ahora, recuerdo que a la Virgen de Carmen se la llevaba al Corchado y se le paseaba por el río. Un año, se cayó el puente colgado y todos los que iban en ese momento por allí. Dicen que fue la Virgen la que salvó a la gente.
También recuerdo que en Marchenilla se hacía una romería. Yo he estado en ella, pero sólo una vez. Fui con el burro mío y también venían Paco Pérez y Pepe Pérez, cada uno con un caballo, y el Tío Jiménez. Lo pasé más mal que qué...


TJD:¿Recuerdas a tus maestros de entonces?
FJ: Claro. Empecé primero en las clases particulares de don Román. Me acuerdo del primer día y todo. La escuela estaba en la calle Ancha, entonces Velasco, en la parte de abajo. El primer día me acuerdo que me preguntó cuando me iba a ir que cuántos dientes tenía un chivo. Y yo le dije que no lo sabía y me dijo que lo tenía que averiguar. Me fui al Paseo Cristina a buscar un chivo y no había manera de coger ninguno para contarle los dientes. La verdad es que no llegué a contarlo nunca.
Después fui a la Escuela Nacional, donde ahora está la Casa Verde, que era la escuela de don Bernardo Periñán, que era el alcalde. Estaba más tiempo en el Ayuntamiento que en la escuela. Era muy religioso, había que entrar diciendo “Ave María Purísima” y luego rezar tu padrenuestro, presignarte dos o tres veces y no hablar nada porque te daba el palmetazo o te hacía poner la mano en forma de “piñita' para el palmetazo.
Sin embargo, luego estuve en la escuela de don José Capote, que usaba los recortes de goma de los zapateros para pegar. Daba unos gomazos que no veas. No era tan duro como don Bernardo pero pegaba fuerte.
Una vez nos metimos unos cartones en el culo y cuando nos dio con la goma, empezó a sonar, se dio cuenta, nos lo quitó y nos dio una buena.

TJD:Aquella sería la época de la ayuda americana...
FJ: Eso es. Nos llevábamos el bollo y un vaso de cristal o un jarrillo de lata que hacía que hacía Godino “el latero”, con azúcar. Don Bernardo nos juntaba manteca americana en el bollo y nos daba la leche en polvo americana, la misma que luego vendían los curas.
En Jimena se decía que se llevaban el aceite bueno y nos traían uno americano que no había quien se lo comiera. También nos traían ropa que luego la vendían los curas allá arriba. El cura me regaló un abrigo y recueerdo que con él me hizo mi hermana un abrigo y una chaquetita.

TJD:Recuerdas todos los detalles pero ¿la memoria es fidedigna o siempre se adorna?
FJ: Procuro ser fiel a la memoria o si no procuro no decir nada. Si tengo dudas, no lo digo. Siempre cuento las cosas buenas y las cosas malas procuro meterlas de otra manera.

TJD:Te hemos visto en fotos interpretando papeles en obras de teatro. ¿Tenías madera de actor?
FJ: No, lo que pasa es que en aquella época, el cura, el padre Sánchez, organizaba teatros con los niños y los mayores. Yo intervine en una con mi primo Toni. No me acuerdo del título, tendría yo unos ocho o diez años. También pasó que yo me tenía que vestirme de fantasma y claro le digo al padre Sánchez “cuando yo salga yo con la sábana no veo” y tenía que llevar un papelón de dulces y una palmatoria. El decía que la sábana se transparentaba y se podría ver. Pero cuando salí me caí con la palmatoria y todo lo que llevaba en las manos.


La representación se hacía en la iglesia del Llano, en el patio, en una habitación muy grande del catecismo, donde luego estuvo el club parroquial.
El padre Sánchez tenía un habilidad tremenda para tenernos allí entretenidos. Cada vez que íbamos al catecismo el tío nos daba un vale. Cuando el domingo íbamos a misa, nos poníamos en cola, hacía un sorteo y luego cambiábamos los vales por escapularios, pitos, juegos de lotería, juegos de cartas,.... Y cuando se hacía fiesta, el cura ponía su tómbola y todo.
La segunda obra que hice se llamaba El Zapatero, de Arniches. La dirigió don Alejandro Hernández, que era maestro. Pero esa fue ya en los sesenta y nueve casi setenta.
También cantamos en un coro que lo dirigió Cipriano Meléndez. Era un coro estilo tuna, con canciones asturianas, gallegas... Como estábamos estudiando Magisterio, don Cipriano seleccionó algunas del libro de Música. Pero por entonces yo ya estaba en Cádiz estudiando Magisterio.





TJD:¿Dónde estudiaste Magisterio?
FJ: En Cádiz. Eso fue en el 66-67-68 más o menos. Me fui a estudiar con Tobi Castilla, Paco Pérez, Martín Cano... Lo que pasa es que no pude terminar la carrera porque me fui a la mili. La tuve que terminar después de casado en Algeciras ya con una niña, en Enero del 75, en Ceuta, por libre.

TJD:Batallitas de la mili tendrás un montón, ¿no?
FJ: La llamada a filas fue en Enero del 68. Me tocó la segunda región militar pero cuando vengo de la oficina y llego a casa me encuentro a todos serios y mi madre llorando y me dicen que se ha quedado corto el cupo de la gente de marina y me había cogido a mí.
Estuve 3 meses en el cuartel de instrucción de San Fernando y salí de cabo. Me busqué recomendación para irme al Instituto Hidrográfico de la Marina gracias a Rocha pero resulta que allí no iban cabos. Así que me encontré a uno y le dije que no quería ser cabo y me cambió por otro de la lista. Me borró a mí y puso a uno que era de Almería que no sabía ni leer. Al final, me falló la recomendación y me terminaron metiendo en un barco.


TJD: O sea, que al final te tuviste que vestir de marinerito…
FJ: Fui al Aragón y José Infante fue al Castilla, dos barcos que siempre iban juntos a todas partes. Fuimos a las Palmas de Gran Canaria. El primer día me encontré a uno de Jimena en el barco. Estaba José Pérez que era cocinero y el tío estaba en la cocina y me esperaba con dos o tres filetes y una jarra de vino. Me dice: “yo tengo esto preparado por si había alguien de Jimena y al verte me ha dado una alegría...”
Luego salimos a Mazagón, Huelva, con un pedazo de temporal... Ya ves, yo lo más hondo que había conocido era la Peña Gorda, la Lajita Tio Mena, la Lajita Tapá y las Tres Lajitas.
También estuvimos en la Semana Naval de Santander y crucé el cabo de Finisterre muerto de los mareos que pasaba.
Le escribí una carta al padre Martín Bueno, que había estado de cura en San Fernando, para ver si me desembarcaba. Íbamos a Cartagena y dice el altavoz: “el capitán ha decretado que se presente al almirante”. Yo me presento al almirante y este se pone a echarme la bronca diciendo “Hay un cura de Jimena que me trae loco y yo le he dicho que mi marinero de oro no me lo quita nadie”.
Por entonces se le dio la independencia a Guinea y nosotros tuvimos que ir a traernos la Guardia Civil que había allí. El barco terminó en la Carraca porque ni navegaba ni nada. Cuando arreglaron el barco, se le dio la independencia al Ifni y tuvimos que ir dos veces más allí para traernos a los regulares y luego a la legión.

TJD:¿Y las niñas de la época también provocaban mareíllos?
FJ: Niñas había lo que pasa es que no te comías una rosca, era más difícil que qué. Esos amores idílicos de aquella época costaban trabajo. El tema era difícil porque cuando empezabas a salir con una niña para poder enrollarte a la nada te colgaban el tema de la novia y el novio...
Además, cuando ibas al baile, ellas te plantaban así el codo y no había manera.



TJD:TJ: Entonces era la época de Los Tres saltos…
FJ: Sí, el baile era en los Tres Saltos y en lo de Ernesto Cuenca, en la feria y cuando había alguna fiesta. También he ido al baile en el Pósito cuando empezaba. Y frente al puesto de churros de María Parra, donde José Luque tenía una casa y se hacían bailes.
De niñas estaba Manoli la de Curro Lucas, que era amiga de Juani Domínguez Cobalea. Estaba Luisa Conde, Pura Carrión... eran las niñas del Barrio Alto. Otras primas que venían de Sambana,... había muchísimas pero... de ligar poco.
Cuando llegaba la feria de Agosto si intentábamos ligar con las niñas que venían de fuera, por la novedad.

TJD: Y ¿Como era el ambiente en aquel baile del que tanto habláis los de tu época?
FJ: Aquello lo llevaba María Espejo y las hijas. Venía una orquesta de metales (batería, saxofón y guitarra). No recuerdo el nombre de ninguna de aquellas orquestas. Venían de San Roque, La Línea, Algeciras...
Había que sacar a las niñas a bailar. ¿Me permite? Ellas se sentaban alrededor de la pista en las sillas. Nosotros con el dinero justo de la entrada. Y las criaturas con ganas de tomarse unas gaseosas. Y a mi me daba vergüenza porque en los descansos no teníamos para pagarle una gaseosa y tenía que irme. Ellas no pagaban la entrada del baile y nosotros los niños íbamos con las 15 pesetas justas, así que no podía tomar nada.
Le decíamos: “vamos al paseo a dar vueltas” y cuando escuchábamos la música volvíamos.

TJD: Entonces , ¿aún no tenías trabajo?
FJ: Cuando empecé a trabajar, la cosa ya cambió. Era en 1965. Comencé a trabajar en el Sindicato Vertical, la CON. Estaba el taller del Maestro Cárdenas, enfrente de la barbería de Rocha. El taller del maestro Sastre estaba debajo de la oficina.
Cuando empecé mi trabajo me hicieron pasar un examen. Tenía que ordenar por orden alfabético riguroso un montón de fichas de parados. Luego me puso a copiar a máquina un trozo de un libro. Luego me dictó y luego me puso unos problemas de reglas de tres compuestas, etc. Lo hice todo y cuando terminé me dice el secretario: “bueno pues mira, te admito a trabajar pero aquí el horario es sólo por la mañana pero hay que venir por la tarde también. Vas a cobrar, cuando las cobres, 1.800 pesetas al mes”.
Efectivamente, entré en agosto y el primer sueldo que cobré fue en marzo-abril del año siguiente. No había dinero en el presupuesto.





Yo estuve allí hasta que se trasladó a lo de Juan Romero, que se alquiló. Allí estaba la centralita de teléfonos, la centralita de Mostazo. Entonces no se decía el número sino el nombre del vecino. Y además escuchaban lo que hablábamos. Te cuento una anécdota. Entonces trabajaba conmigo Tamayo, el yerno de Torres, y este cada mañana cuando llegaba pedía por teléfono el café y la tostá al bar de Vecina que estaba, y sigue estando, enfrente. Mostazo nada mas verlo entrar le daba línea y pedía el café.
Pero un día no vino Tamayo y yo necesitaba usar el teléfono. Cada vez que lo intentaba me salía Vecina. Así una y otra vez, hasta que se me escapó un “yo me cago en la leche que mamó Mostazo”. Y como estaba escuchando a partir de entonces cada vez que quería llamar a algún sitio siempre me salía diciendo "está ocupado".



TJD: Trabajabas con Irene Corbacho ¿no?
FJ: Sí, Irene Corbacho era muy inteligente, tenía fama de rígida pero siempre me llevé bien con ella.
Sabes, muchas veces a mi el trabajo me costaba dinero. Cuando echaba cuentas tenía que poner dinero de mi bolsillo.


TJD: ¿Fue en aquella época cuando te fuiste a Algeciras?
FJ: Me fui a Algeciras en noviembre del 70. Una vez que había venido de permiso de la mili en el 69 conocí a mi mujer en la feria de Agosto. Me había peleado con la novia que tenía. (le metimos los dedos para ver quien era esa novia jimenata pero Currini es un caballero y no soltó prenda).
Unos vecinos de Algeciras, Pepe Barranco y Concha Moreno, que eran de Jimena la invitaron a la feria. Yo la conocía de Magisterio. Y claro, una niña de fuera, que me gustaba... Y si te metías en profundidad, acababas enganchado.
Se llama Aurelia, de apellido Ojeda, ahora es mi mujer, mi “Yeya”.

TJD: Y te casaste con “Yeya”.
FJ: Yo ya no miraba nada más que para Algeciras y como tenía contactos con el sindicato en Algeciras me llamaron para decirme que habían salido cuatro plazas de auxiliar administrativo. “Una es para tí”, me dijeron. Pero luego me llamaron para decirme que nada de nada “porque quieren a una niña que sepa taquigrafía”. Pero yo eché mi solicitud y me pusieron a redactar y a escribir una carta en términos sindicales... y, claro, con la experiencia que tenía lo bordé.
Así que me fui a Algeciras, a la casa de mi hermana.
Me casé pronto, el 19 de Septiembre del 71. Ya viviendo allí me tenía que casar. Y conseguí que me dieran una casa de la Obra Sindical del Hogar. Estuve trabajando un montón de meses hasta las tantas de la madrugada y me dieron una casa de la reconquista por méritos. Ahora llevo 37 años casado. Tengo dos hijas. Y un nieto, Carlos.


TJD: ¿Qué hobbies tienes, aparte de escribir tus reflexiones?
FJ: He ido mucho al carnaval, al Florida. Me gusta la copla y lo que ha pasado con Maite Moreno es que yo conocía mucho al abuelo y abuela y a los tíos. Y yo cuando vi que una de Jimena cantaba copla, pues decidí apoyarla.
La copla no la saca nadie adelante. Me encanta Pasión Vega, Diana Navarro. También Ana Reverte, con los cantes de ida y vuelta.
El programa Se llama Copla ha movido Andalucía entera. Sin embargo, después se ha parado algo. Maite dice que va muy bien pero el Canal Sur la tiene amarrada. Va a donde el Canal Sur quiere.

TJD:¿Y lo de ponerte a escribir un blog como se te ocurre?
FJ: Yo tenía el ordenador ahí pero para utilizar el Word para escribir cuatro cosas. Hasta que un día le dije a mi hija, que es informática, que había visto que se puede crear un blog y que tenía interés para poner mis cosas. Ella me lo hizo en un segundo. Le dije ponle de nombre algo de reflexionar o algo de eso. Y le pusimos el nombre.
Empecé a utilizarlo, pero en verdad no ha sido muy conocido hasta que salió en el TioJimeno un paseo que hice en el Risco. Le hice una poesía a un saltamontes con una sola pata y un montón de fotos. Mi hija me puso las fotos porque yo era imposible.



TJD:Tu última etapa laboral la has pasado en el Puerto de Algeciras, ¿no?
FJ: Cuando murió Franco, a nosotros los del sindicato nos dejaban sin trabajo. Hasta tuvimos que ir a una manifestación a Madrid, donde mucha gente nos puso la cara colorada diciéndonos cosas. Era normal, yo he tenido que cantar mucho cara al sol obligado. Incluso había tenido que ir a la fuerza a Cádiz cuando Franco vino por aquí. Yo me negué a ir a esta visita pero me dijeron que “o lo haces o mañana no vengas a trabajar y además vamos a contar lo que realmente eres”. Así que al día siguiente estaba yo allí el primero en el autobús.
Total, que al final, conseguimos que nos creasen un organismo autónomo llamado AISS, que en realidad no tenía ninguna función a desarrollar, así que nos fueron destinando a otros organismos. Durante esta época todavía había libertarios que venían y se me montaban encima de la mesa. Me incorporé a la OTP (Organización de Trabajos Portuarios) hasta que me presenté a un concurso para la aduana de Algeciras, donde he estado trabajando hasta que me he tenido que jubilar por incapacidad.






TJD: Nos dijeron que has estado muy enfermo…
FJ: Fue en Octubre de 2005. Sentí un dolor horroroso. Nos fuimos corriendo al Punta Europa, me hicieron una ecografía y me dijeron que había “algo raro” en la vesícula.
Estuve un mes en Algeciras haciéndome pruebas a base de buscapina. Luego, ya en Cádiz me detectan un tumor en el páncreas y me mandaron a Córdoba. Llegue un domingo y un miércoles ya estaba operado.
Una operación muy dura y tuve que estar un mes y pico en Córdoba . Después vino la quimioterapia y tó los perejiles.
Ahora estoy bien aunque cuando volví a Algeciras la escalera no la podía subir y me vine a Torreguadiaro.
Yo le he echado mucho valor al tema. Ahora tengo revisiones cada seis meses.

TJD:Vives al lado de “la playa de Jimena”. ¿Cuánto tiempo llevas por aquí?
FJ: En Torreguadiaro llevo desde el año 80. Esto me da vidilla. Yo aquí me venía los fines de semana, en mayo-junio, cuando mi mujer terminaba las clases... El venirme me cambió todo, la pandilla de amigos que tenía, y me vinculé a otras gentes.

TJD:Y, desde la distancia, ¿cómo ves a Jimena?
FJ: Me da pena que Jimena esté como está. Porque yo quiero Jimena. Jimena ha avanzado muy poco en líneas generales. Lo hemos perdido todo. Teníamos todos los recursos, como el corcho. Las fábricas de corcho que teníamos se han perdido. También las fábricas de pipas. Con la fábrica de tomates nos engañaron. El vivero desapareció. Y ahora lo que más me duele es que la carretera medio se arregle hasta Castellar y luego de ahí para adelante no.
Creo que en el aeropuerto se tenía que buscar una viabilidad. ¿Para qué está barría ahí? No se ha buscado alternativa, un polígono industrial o algo. ¿Ese territorio no se le expropió a Rumasa? Ahi se puede hacer algo.

TJD:¿Te gusta viajar? ¿Has viajado a muchos sitios durante todos estos años?
FJ: Llevo mucho tiempo viajando. Yo he sido de los de la tienda de campaña. Con mi mujer, me iba y estaba veintitantos días por ahí en diferentes sitios, en campings, (Aranjuez, Avila, ...). He estado en Segovia, en Cuenca, en Zaragoza, en los Pirineos, he estado también en los Lagos de Sanabria (Zamora)...
En París, Roma, varias veces he recorrido Portugal de arriba a abajo en campings.
En Marruecos he estado en Larache y ahora mi mujer esta empeñada en hacer un crucero pero yo con aquello de lo puteado que estuve en el barco juré que nunca más me iba a montar en uno. Aunque mi mujer dice que hay que ir se va.

Al final, como siempre nos ocurre cuando entrevistamos a grandes conversadores como Currini, echamos vista al reloj y vemos que llevábamos más de tres horas charlando y picoteando junto a la “playa de Jimena” o “Sobaco Moreno”, como la llama Currini. Seguro que nos dejamos cosas en el tintero porque es imposible abarcarlo todo con la precisión de detalles que aporta la prodigiosa memoria de Currini. En el pregón de la Feria de Agosto tendrán oportunidad de comprobar como funciona su máquina de los recuerdos.

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